Esta muy de moda en estos días hablar de “humanizar" a las marcas o de marcas más humanas.
¿Pero que significa que una marca deba ser más humana?.
¿Somos los humanos un ideal, ejemplo o modelo aspiracional a alcanzar?
Son variados y muchas veces complementarios los enfoques y abordajes en estas definiciones.
En algunos casos refiere a tonos de comunicación más cercanos, a una experiencia y atención más personalizada y sin tantos boots o maquinas como intermediarios.
En otros se trata de poner al cliente, que es humano por cierto, en el centro de nuestra estrategia y propósito.
Y también hablamos de dotar a las marcas de una “personalidad” más humana que les permitan conectar y vincularse con sus públicos con una mayor ¿credibilidad? y aceptando que como humanas no son perfectas y pueden equivocarse como todos los humanos hacemos.
En lo personal creo que humanizar a las marcas tiene sus beneficios pero temo que al querer humanizar tanto corramos el riesgo de perder al menos en parte un valor fundamental que las marcas han sabido construir y que les es propio, su valor simbólico.
Ferrari no es el rayo McQueen, CocaCola no es una amiga y Harley Davidson no es el tío rebelde de la familia.
Son ideas e ideales cargados de valor simbólico y creo que ahi reside su mayor valor y aporte como marcas.
Hoy basta con ver un rato las noticias de cualquier lugar para darnos cuenta cuanto hemos fallado como humanos en todos los niveles, sociales, económicos y ambientales.
Si las marcas tienen el poder para cambiar el mundo, de inspirar, promover y transformar la realidad no les pidamos que sean más humanas, ojalá sean mejores.
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